“La cogeneración en la Argentina tiene un potencial muy significativo de entre 6.000 y 7.000 MW” Generación

01/08/2023

Argentina

Generación


La Unión Europea lanzó el proyecto EU Climate Dialogues Programme (EUCDs) que
tiene como meta apoyar la adopción de medidas de eficiencia energética para la
cogeneración en Argentina. En diálogo con EconoJournal, Bouille, experto de la
Fundación Bariloche -que organizó el encuentro-, dio a conocer cuáles son las
barreras y oportunidades de esta tecnología a fin de lograr la eficiencia
energética y reducir el impacto ambiental.

La Unión
Europea (UE) y la Argentina desarrollaron un espacio de diálogo que persigue el
objetivo de lograr un trabajo en conjunto para apoyar la adopción de medidas de
eficiencia energética para la cogeneración en el país, proceso a través del
cual se produce energía térmica y eléctrica de una única fuente de energía de
forma simultánea. En este sentido, el 13 de julio se llevó a cabo el taller
“Barreras para el Fomento de la Cogeneración en Argentina”, organizado por la
Fundación Bariloche, en la Secretaría de Energía.

Fue el
primer evento de una serie de tres enmarcados en el proyecto EU Climate
Dialogues Programme (EUCDs), financiado por la UE. Allí se debatió acerca de la
cogeneración y se detallaron cuáles son las barreras y las oportunidades que se
presentan en el sector.

En diálogo
con EconoJournal, el experto de la Fundación Bariloche, Daniel Bouille, remarcó
el potencial y el impacto positivo que podría tener la cogeneración en el país
en línea con los objetivos climáticos. En esa línea destacó que “la
cogeneración en Argentina tiene un potencial muy significativo de entre 6.000 y
7.000 megavatios”. “Teniendo en cuenta los valores actuales, esto permitiría
reducir de forma significativa los Gases de Efecto Invernadero (GEI) producidos
por la generación eléctrica que en el caso de Argentina tienen una cuota muy
importante de combustibles fósiles”, indicó.

Asimismo,
Bouille analizó cuáles son las barreras que impiden el desarrollo de esta
tecnología y remarcó que están vinculadas al aspecto regulatorio. Además,
destacó la participación de los funcionarios del sector público y privado y
sostuvo que “este proyecto tiene la virtud de abrir una nueva puerta de
cooperación con la UE y también de generar nuevas oportunidades a la Argentina
que le permitan articularse al mercado internacional, sobre todo teniendo en
cuenta el contexto macroeconómico”.

¿En qué
consiste la iniciativa “Diálogos entre la Unión Europea y Argentina: Eficiencia
energética y fomento a la cogeneración como estrategia de mitigación al cambio
climático”?

El objetivo
de este proyecto consiste en coordinar políticas para generar enseñanzas y
transmitir conocimientos e innovación que resulten útiles para que los países
puedan incorporar acciones de eficiencia energética que les permitan reducir
las emisiones de GEI. En este sentido, cabe destacar dos aspectos. El primero
de ellos tiene que ver con que la Unión Europea haya elegido a la Argentina
como uno de los países para establecer este diálogo por su injerencia en las
negociaciones y en la región. Y el segundo aspecto a destacar tiene que ver con
que las autoridades de la Secretaría de Energía y de los organismos vinculados
se mostraron sumamente interesados en la propuesta y dispuestos a apoyar el
desarrollo de los tres talleres que se van a llevar a cabo. También, a impulsar
la promoción de las políticas públicas que permitan superar las barreras que
existen en la actualidad en cuanto a la cogeneración en Argentina, que son
fundamentalmente del tipo regulatorio. Esto es fundamental porque la
cogeneración en el país tiene un potencial muy significativo de entre 6.000 y
7.000 megavatios. Teniendo en cuenta los valores actuales, esto permitiría
reducir de forma significativa los GEI producidos por la generación eléctrica
que en el caso de Argentina tienen una cuota muy importante de combustibles
fósiles, es decir, de gas natural fundamentalmente y en menor medida de los
derivados de petróleo.

Hay dos
ejes fundamentales. Uno es el político que se da en base a este diálogo entre
la Argentina y la UE, y la importancia que esta le da al país como interlocutor
e inclusive como elemento que puede llegar a difundir en función de las
múltiples actividades que tiene la Fundación Bariloche que desarrolla este
mismo tipo de actividades en países como México, Colombia, Ecuador, entre
otros.

Nosotros
tenemos un equipo totalmente dedicado a la temática de cambio climático y a los
aspectos ambientales. Esto hace que para la institución esta iniciativa sea una
demostración de la importancia que la misma tiene para contribuir concretamente
al desarrollo de las acciones frente al cambio climático.

Para
nosotros fue una sorpresa la convocatoria. Al primer taller asistieron más de
60 personas. Desde hace ya mucho tiempo la temática de cambio climático no es
tomada como prioritaria en cuanto a políticas públicas, por lo menos desde el
año 2003 en adelante. Creo que no se alcanza a medir la importancia que tiene
no como tema ambiental sino como tema económico, las oportunidades que abre
efectivamente una política adecuada de cambio climático. Hay una cierta ceguera
todavía.

La Unión
Europea eligió Argentina para encargar este diálogo y trabajo en conjunto.
Ustedes realizaron el primer taller y tienen pendientes otros dos. La Unión
Europea y Sudamérica tienen que trabajar en la articulación de políticas de
eficiencia energética de transición de cambio climático porque son agendas que
existen en cada país, pero con objetivos diferentes en cuanto a las diversas
necesidades económicas, socioeconómicas. ¿Cómo van a llevar adelante este
diálogo? ¿Quiénes van a participar?

El diálogo
se presenta como una primera fase que se va a desarrollar en tres talleres. Ya
realizamos el primer taller, que es introductorio. Allí se dio una importante
participación de actores del sector público, ex funcionarios del sector público
del área energética de otros gobiernos y todos ellos se mostraron favorables a
este proceso. También, hubo una respuesta positiva por parte del sector privado
y de las diferentes cámaras empresarias en la necesidad de contribuir. Cada vez
hay más barreras arancelarias que están vinculadas a la huella de carbono. No
obstante, la visión del sector privado es la de sostenibilidad desde el punto
de vista económico, es decir, observa que este tipo de acciones lo lleva a
acceder a nuevos mercados, que mejora la competitividad, la productividad.

En
realidad, las grandes empresas no encuentran una barrera económica porque
tienen los recursos para llevar adelante estos procesos, todo lo que significa
el uso conjunto de calor de proceso y generación de electricidad sin requerir
financiamiento. De hecho, el tema del financiamiento sostenible es uno de los
ejes que vamos a abordar en los en los talleres siguientes con nuestra
propuesta sobre cuál sería el apoyo que se requeriría de parte del Estado para
que esto avance. Este punto estará orientado sobre todo a las pequeñas y
medianas empresas. El segundo taller consiste en una pre-propuesta y el último
es sobre la validación de ambas partes, la parte pública y la privada.

Como
consecuencia de esta primera actividad de cooperación con la Unión Europea,
podemos llevar adelante otras propuestas de mucho a mayor magnitud que
inclusive puedan incorporar proyectos pilotos. Estamos hablando de varios
millones de euros para impulsar una actividad de tres años de duración que se
engloba dentro de lo que se llaman las acciones climáticas financiadas por la
Unión Europea.

Este
proyecto tiene la virtud de abrir una nueva puerta de cooperación con la UE y
también de generar nuevas oportunidades a la Argentina que le permitan
articularse al mercado internacional, sobre todo teniendo en cuenta el contexto
macroeconómico.

¿Esta es la
primera vez que se encara una iniciativa conjunta con la Unión Europea?

No.
Nosotros como Fundación Bariloche ya hemos tenido muchas experiencias con la
UE.  De hecho, entre 2018 y 2021
desarrollamos un plan de eficiencia energética para Argentina que incluyó un
balance de energía útil que nunca se había hecho con anterioridad en el
país.  Lamentablemente no pudo hacerse de
manera completa por la pandemia y la cuarentena.

También,
hubo proyectos como la incorporación de una metodología desarrollada en Austria
aplicada en Alemania Se trata de redes de aprendizaje generadas por los
privados en donde los propios actores del sector adquieren conocimientos de
eficiencia energética.  Hemos hecho este
mismo tipo de proyectos en otros países de América Latina, por ejemplo, en
México y Ecuador.

En este
momento estamos terminando un plan de eficiencia energética para la industria
de Colombia. En todos los casos el financiamiento siempre fue desde de la Unión
Europea. Tenemos un amplio contacto que es muy fluido, a veces a través de
diferentes organismos de la Unión Europea o de diversos programas. Nuestra
relación inició hace muchas décadas.  A
fines de los ‘70 comenzamos a tener proyectos en conjunto a través de una red
que abarcó 10 países incluyendo China, India, Brasil, Tanzania, Senegal,
Sudáfrica, Filipinas, Tailandia, Argentina y México.

¿A qué
apunta Fundación Bariloche con este tipo de iniciativas? ¿Cuál es el impacto
que tienen estas experiencias en el país?

El objetivo
que tenemos es contribuir al desarrollo sostenible de los países en los cuales
trabajamos. Creemos que esto tendría, desde el punto de vista económico, un
impacto positivo para la Argentina si se logran derribar las barreras, sobre
todo las regulatorias que son las más importantes para que los actores
industriales puedan llevar adelante estas acciones de cogeneración.

El
resultado más satisfactorio que se lograría con este diálogo sería que esto sea
internalizado por las autoridades. Hay barreras muy comprensibles. Sin embargo,
puede haber intercambio de vapor entre las empresas del sector privado, pero no
intercambio de electricidad. Esto es por un problema regulatorio.

También,
sería importante que cuando se desarrollan los polos industriales se realice un
diagnóstico en donde se pueda evaluar cuál es el grado de contribución y
complementariedad entre las distintas empresas que se radican en esos puntos.
De ese modo sería posible una colaboración conjunta entre compañías. Esto es lo
que se llama economía circular. Los residuos de una pueden ser los insumos para
otra y puede haber intercambio de electricidad. 
Apuntamos a que desde el punto de vista de las autoridades se tome
conciencia sobre la cogeneración y de que la principal barrera que existe en la
actualidad es el resultado de una inadecuada política pública. Creemos que las
autoridades actuales y sobre todo Santiago Yanotti han visto este proyecto de
forma positiva y se han puesto a disposición para colaborar.

Hace mucho
se habla de cogeneración en Argentina, pero en términos de avances sobre todo
lo que es el complejo agroalimenticio de Rosario hay oportunidades enormes y,
en función de cuestiones regulatorias, económicas o de funcionamiento del
mercado se ha avanzado poco. ¿Puede describir cuáles son las barreras que
identifican y cuán complejo sería corregir cada una de ellas?

Eso depende
del tipo y el tamaño de la empresa. Por ejemplo, para Molinos Río de La Plata
que está llevando adelante actividades de cogeneración no hay barreras
económicas. La barrera económica es importante para las pequeñas y medianas
empresas. Hay otra barrera que tienen todas las compañías, independientemente
de su tamaño, que es la imposibilidad de vender la electricidad excedente a
terceros, es decir, toda la electricidad que no utilizan en sus procesos. La
única alternativa que tienen es entregarla al servicio público.

También,
hay una barrera adicional que es la discusión continua sobre las tarifas a las
cuales se vende y compra esa electricidad al servicio público. La última
barrera es de tipo institucional porque a las empresas que van a cogenerar se
les exige que cumplan las mismas condiciones que un generador, cuyo negocio
principal es justamente eso, la generación eléctrica. Esto es un obstáculo
importante porque las empresas no son generadoras sino productoras de bienes y
servicios.

El gobierno
llevó adelante dos acciones. Por un lado, la aprobación de unos 100 proyectos
renovables bajo la órbita de la licitación RenMDI, lanzada para impulsar la
expansión del parque de generación renovable a nivel nacional y también la
licitación del parque termoeléctrico. Al observar estas medidas aparece un
denominador común y es que a ambos instrumentos Cammesa o los técnicos de la
subsecretaría de Energía Eléctrica les dieron cierta flexibilidad para abordar
distintos objetivos.  Mencionaba que hay
un potencial entre 6.000 y 7.000 megas que se podrían sumar al parque de
generación con proyectos de cogeneración. ¿Por qué si el gobierno piensa
instrumentos para darle sentido a las renovables y aprovechar los nodos que
tienen capacidad de inyección o también lo termoeléctrico reemplazando máquinas
antiguas no se incluye la cogeneración si es nítido el potencial que posee?

Es
inentendible. Se está dando una situación para los actores que están en media y
baja tensión de garantizarles un monopolio, a través de la regulación. Si uno
encuentra que en la generación hay un cierto grado de competencia esta
desaparece en la etapa de transmisión, subtransmisión y distribución.

Otro
aspecto que no es menor es que esta situación que se dio en la década del
noventa de la federalización del sistema eléctrico también ha creado una
complicación adicional respecto a las políticas que no necesariamente son
coherentes con los intereses de cada una de las provincias.

Antes la
generación y distribución de energía eléctrica estaba en manos de una sola
empresa que se llamaba Agua y Energía. Las tarifas eran iguales en todo el
país, al igual que los accesos. Eso fue fundamentalmente alterado cuando se
llevó a cabo la provincialización de los servicios eléctricos. En este momento
eso está actuando como una dificultad porque hay una necesidad de estar
negociando cada una de las acciones -que uno debe llevar con una política
nacional- con las provincias en particular.

Creo que
otro de los temas es que se sigue pensando en un esquema totalmente
centralizado, cuando el mundo está yendo concretamente a otro esquema. Hay
algunos autores que plantean que dentro de algunas décadas los sistemas
centralizados van a tener un escaso peso en los sistemas eléctricos en
particular. Es cierto que también se debe considerar la dimensión social en el
sentido de que los sectores de mayor nivel de ingresos tienen mayor capacidad
para generar su propia energía eléctrica a través de paneles solares, por
ejemplo. Entonces, hay que seguir mirando el costo de un sistema eléctrico, lo
que se llama ‘costo hundido’ porque si disminuye el número de usuarios ese
costo va a ser cada vez mayor. Los usuarios de menor ingreso son los que
tendrán menor posibilidad de acceder a esas alternativas. Por eso, se deberá
tener en cuenta la dimensión social sobre todo por la equidad y la
asequibilidad de la energía. Yo creo que en Argentina debería modernizarse la
visión con respecto al desarrollo del sistema eléctrico, para estar más acorde
con los desafíos actuales.

En la
actualidad existen distintos modelos contractuales, instrumentos, precios tope.
Cuando se piensa en un programa de cogeneración se analiza que habrá precios
competitivos que servirían. ¿Cree que hay un prejuicio en lo que es el diseño
de la estructura por parte de Cammesa de no querer transferir renta a una
empresa que podría tener una posibilidad de instalar una planta cogeneradora?

La mejora
del rendimiento del sistema en su conjunto cuando se incorpora la cogeneración
es de aproximadamente el 40%.  Entonces
para un actor que tiene excedente de vapor e instala un equipamiento eléctrico
el costo que tiene de generación es prácticamente cero. El único costo que va a
tener que recuperar, a través de un cierto plazo de vida útil, va a ser el
costo de capital, es decir, la inversión que llevó adelante. Con lo cual la
energía que puede entregar a la red podría ser a un precio mucho más bajo de lo
que pueda estar cotizando hoy en el mercado eléctrico mayorista porque en
realidad es una energía excedente que está obteniendo casi sin costo.

Existe un
potencial adicional de energía de potencia a un precio muy competitivo. Hoy en
una planta de biogás el precio de compra se ubica en torno a los US$ 135 por
megawatt/hora. El Estado no cuenta con recursos abundantes para firmar un
contrato de 10 o 15 años y garantizar ese precio. Con la cogeneración uno podía
garantizar precios más baratos y conseguir entre 500 y 1.000 megas sin tanta
dificultad. ¿Cuál es el obstáculo que impide avanzar en esa dirección?

El actor
que maneja las redes de transmisión y subtransmisión dificulta mucho la
operación de esa red si tiene entradas y salidas intempestivas. En
consecuencia, si un actor no es capaz de garantizar potencia las 8.760 horas
del año en forma estable eso le genera una complicación al que opera la red. (EconoJournal – Argentina)